Nació en Quilmes (Buenos Aires) en 1841 y creció en
el campo argentino, que recorrió en su juventud, observando detenidamente la
naturaleza y a las aves en especial. Luego emigró a Inglaterra donde, sin
abandonar su afición por la vida silvestre, emprendió una carrera literaria que
lo colocó entre los mayores escritores de lengua inglesa de su tiempo.
En las
múltiples recorridas que hizo desde muy chico (primero, por los campos
paternos, luego a caballo por la Provincia de Buenos Aires y finalmente por
diversos lugares de la Argentina y el Uruguay) se interesó por sus habitantes,
costumbres, historias, estado social, clima, topografía, vegetación y especies
animales, sobre todo por las aves.
En estos viajes de observación recogía muestras de diferentes especies
animales y tomaba minuciosas notas que luego serían las bases de algunos de sus
trabajos, todos ellos escritos en inglés.
Cuando tenía veinticuatro años se contactó por carta -gracias a Germán
Burmeister, entonces director del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires-
con los ornitólogos (especialistas en aves) Spencer Fullerton Baird
-estadounidense- y Philip Lutley Sclater -secretario de la Zoological Society de
Londres- y al poco tiempo comenzó a remitir parte de sus colecciones al
Instituto Smithsoniano de Washington: lo enviado sumó un total de más de
seiscientas pieles, correspondientes a ciento cuarenta y tres variedades
autóctonas que desde allí fueron transferidas a la Zoological Society de
Inglaterra. Esta institución registró en sus libros de actas tales envíos
durante los años 1868 y 1869. Dos de aquellas especies fueron bautizadas con el
nombre de su descubridor: Granioleuca hudsoni y Cnipolegus hudsoni.
Años más tarde, Hudson conocería a Francisco Moreno, quien llegaría a
ser un gran paleontólogo y geógrafo.
Más allá de estos vínculos, Hudson no tuvo una relación continua con el
mundo académico. No fue un científico de formación erudita; su obra se basó,
sobre todo, en lo que pudo observar directamente alrededor suyo para extraer
luego notables conclusiones.
Tras haber analizado las costumbres de las aves patagónicas en el valle
del Río Negro y de los churrinches y golondrinas en Buenos Aires, Hudson se ocupó
de otras importantes especies ornitológicas y así nació su trabajo On the
pipits of the Argentine Republic, uno de sus últimos trabajos realizados en
Argentina. No están claros los motivos por los cuales en 1874, ya muertos sus
padres, Hudson se embarcó hacia Inglaterra para no volver a su país natal. Pero
la Argentina aparecerá en muchas de sus obras publicadas en Inglaterra.
Considerado por algunos un precursor de la moderna ecología, Hudson
ingresó en 1891 a la recién creada Sociedad Protectora de Pájaros, destinada a
unificar los esfuerzos realizados anteriormente para combatir la matanza de
garzas, aves del paraíso y otras especies, cuyo plumaje se utilizaba para
adornar vestidos.
Entre sus trabajos de orden científico pueden enumerarse: Argentine Ornithology,
Aves Británicas y El naturalista en el Plata, etc.
Su producción editorial se diversificó en los años siguientes y los
temas científicos (naturalismo relativo a Argentina e Inglaterra) se alternarán
con los autobiográficos, la ficción y los poemas, todo con gran éxito,
colocándolo entre los mejores escritores de su tiempo. Hudson murió en
Inglaterra en 1922.. Entre sus obras más importantes pueden nombrarse Allá
lejos y hace tiempo, su autobiografía; La tierra purpúrea que Inglaterra
perdió, novela cuyo titulo que hace referencia a Uruguay; Días de ocio
en la Patagonia, relato de su viaje al valle de Río Negro y La selva
maravillosa, su novela más famosa.
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