El
novelista vasco Pío Baroja y Nessi nació en la calle de Oquendo, de San
Sebastián, el 28 de diciembre de 1872 y falleció en Madrid el 30 de octubre de
1956. Desde siempre, y muy particularmente desde 1912, fecha en la que adquirió
la casa familiar de "Itzea", en la comarca navarra del Bidasoa, Don Pío
estuvo estrechamente unido a su País Vasco, y su actitud, mirada sobre el mundo
y su particular sentido de la historia, están íntimamente ligados al paisaje,
memoria y mentalidad de este País. En ese recorrido vital, la vida intelectual
y humana de Baroja compone un referente de un tiempo en el que destaca su
actitud independiente, su pesimismo y escepticismo ante los cambios sociales
que conoció, y una obra narrativa singular, que representa, en su conjunto, una
de las miradas más genuinas y sobrecogedoras de la literatura de nuestro
siglo.
Aunque su vida discurrió en varias
ciudades (Madrid, Pamplona, Valencia) siempre tuvo especial querencia por San
Sebastián, no así por las conductas de sus hombres públicos. Haber nacido junto
al mar le parecía un signo de libertad. Cuando el 15 de diciembre de 1935
acudió al Museo Municipal (hoy San Telmo), a inaugurar el busto que para la
colegiata había realizado el escultor Victorio Macho, pronunció estás palabras:
"Si se borra mi recuerdo y el busto persiste en su sitio, me
contentaría, si esto fuera posible, con que la gente que lo contemplara en el
porvenir supiera que el que sirvió de modelo a esta estatua era un hombre que
tenía el entusiasmo por la verdad, el odio a la hipocresía y la mentira y que,
aunque dijeran lo contrario en su tiempo, era un vasco que amaba
entrañablemente a su país".
Pío
Baroja es hijo de Serafín Baroja y Zornoza, ingeniero de minas y hombre de
cultura, que participó en la vida literaria donostiarra, publicando libros y
versos y ejerciendo como cronista de guerra en los periódicos liberales. Su
madre,Carmen Nessi y Goñi, de ascendencia italiana, tendría
otros tres hijos: Darío, muerto en 1894, Ricardo, pintor y escritor, y Carmen,
escritora a su vez y mujer de gran sensibilidad, esposa de Rafael Caro Raggio,
que sería el principal editor de las obras de Baroja. Baroja heredó de su
abuelo el nombre. Pío Baroja, abuelo, era hijo de Rafael, que fue gerente de
una farmacia en la localidad guipuzcoana de Oiartzun. Rafael, bisabuelo del
novelista, fue impresor en dicho pueblo del periódico
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