
Cuando retornó a la Argentina, fue electo diputado de su propia provincia en el Congreso Nacional, 1914; en 1921 ascendió a general de división; al año siguiente, actuó como inspector general del ejército designado por el presidente Alvear; miembro del Consejo Supremo de Guerra desde 1926 hasta que Yrigoyen lo hizo retirar por haber alcanzando la edad reglamentaria.
El 6 de septiembre de 1930, Uriburu puso fin al gobierno de Yrigoyen y estableció una dictadura militar; reconocido presidente por la Corte Suprema, Uriburu disolvió el Congreso, declaró el estado de sitio, intervino las provincias y, en rasgos generales, quiso implantar un gobierno elitista autoritario: aun que públicamente declaraba respetar la constitución, personalmente sentía que la nación necesitaba retornar al gobierno conservador.
Le resultó imposible obtener apoyo político para ese fin; en tanto, su encarcelamiento de prisioneros políticos, su censura de diarios, su intervención de las universidades y sus acciones --generalmente dirigidas contra los radicales-- así como sus prejuicios contra las acciones democráticas debilitaron el apoyo público; otros críticos temían que intentara destruir la Constitución y las leyes electorales e imponer patrones extranjeros en la nación; los líderes civiles y militares, ambiciosos de poder político, le temían.
Después de permitir elecciones libres en Buenos Aires a principios de 1931 y luego de anular los resultados porque ganaron los radicales, no estuvo de acuerdo en permitir votaciones nacionales pero en noviembre hubo sufragios y el presidente electo fue su rival militar, el general Agusto P. Justo.
Uriburu marchó al extranjero por motivos de salud; murió en París, unos meses más tarde, luego de una intervención quirúrgica.
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