
Autor
de una producción extensísima, como poeta es un lírico humano, elocuente, sin
grandes abismos, de raíz romántica y pretensión filosófica: Jardines solos
(1911), Melpómene (1912), El poema de Nenúfar (1915), El libro
de la noche (1917), La fiesta del mundo (1921), El tiempo que se
fue (1926), El apocalipsis de San Lenin (1929), Simbad
(1929), Córdoba azul (1940), Otoño en flor (1952) y una versificación castellana de Los
Salmos (1955).
En su teatro
figuran los títulos La Sulamita (1916), El amor de Schehrazada
(poema dramático, 1918), La casa de los fantasmas (1926), Zincalí
(poema escénico gitano, 1927), Branca d'Oria (1933), Cuando el vals y
los lanceros (1937) y Consumación de Sigmund Freud (1946).
Publicó además
novelas como Arbaces, maestro de amor (1945), Advenimiento (1947)
y El gran reidor Segovia; libros de viajes como Tierras nobles:
viajes por España y Portugal; ensayos como La dulce patria (1917), Babel
y el castellano (1928), Antano (1936); estudios jurídicos e
históricos como Dharma: influencia de Oriente en el Derecho de Roma
(1914), Las vísperas de Caseraos (1922), Las invasiones inglesas
(1938), Historia de Dorrego (1949) y La ruta de San Martín
(1950);
Entre sus
estudios literarios destacan Los románticos: espectros, fantasmas y muñecos
del romanticismo (1929), El pensamiento vivo de Benito Pérez Galdós
(1944) y Popol-Vuh o la Biblia de los mayas (1945). En 1923 publicó sus
evocaciones de infancia y adolescencia: Córdoba del recuerdo. Con todo
esto, que es una parte de su producción, puede formarse una idea de la obra
colosal de este ilustre polígrafo argentino, que influyó poderosamente en la
formación cultural de las generaciones jóvenes de su patria. Cabe citar, entre
sus obras de madurez, El hombre de Guayaquil, obra publicada en 1950.
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