(1820-1903) - Brian Holmes1 Herbert Spencer fue un aficionado con dotes. En comparación
con sus célebres contemporáneos,
no fue tan precoz como J. S. Mill, ni recibió una educación
tan completa como Charles Darwin o T. H. Huxley. El famoso filósofo J. S. Mill
aprendió griego a los tres años de edad y a los seis años y medio (Bain, 1882)
había escrito una historia de Roma. Tanto Darwin, que frecuentó la famosa
escuela pública de Shrewsbury (Barlow, 1958), como Huxley, que fue a una de las escuelas
privadas más conocidas de Inglaterra (Bibby, 1959), recibieron una educación
formal más completa que Spencer. Y sin embargo, en una época en que la carencia
de una educación pública popular hacía que pocos alumnos adquiriesen una
educación basada en las lenguas clásicas, no puede decirse que la educación de
Spencer fuera insuficiente. Frecuentó una escuela local durante tres años, pero
no aprendió a leer hasta los siete años de edad. A los trece años se fue a
vivir con su tío, Thomas Spencer, que después de una brillante carrera en la
Universidad de Cambridge se había hecho pastor de una parroquia cercana a Bath.
El joven Herbert empezó fugándose de la casa de su tío, pero regresó para
adquirir, en sus propias palabras (Spencer,1850, pág. 115), algunos
conocimientos de matemáticas, física y química, un poco de francés,algo de
gramática griega y la capacidad de traducir textos fáciles del latín. Tras
rechazar la oferta de un puesto en la Universidad de Cambridge, que le había
agenciado su tío, a los 16 años Spencer empezó a buscar trabajo. Cincuenta años
después recordaría sus estudios con gratitud, y el estímulo al trabajo que
recibió en la escuela dirigida por su tío. Sus críticas contra la educación formal se centraban específicamente
en la enseñanza impartida en las escuelas que frecuentaron sus amigos de la
edad adulta, los cuales, a pesar de ello, se convirtieron en famosos filósofos
y científicos profesionales. Es posible que la escolaridad formal no haya sido
decisiva en las carreras de ninguno de estos gigantes intelectuales de la
Inglaterra del siglo XIX; sin embargo, Spencer fue un aficionado entre
profesionales.
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